domingo, 26 de agosto de 2012

"Mientras realicemos los movimientos habituales y rutinarios que constituyen la mayor parte de nuestra actividad cotidiana, no necesitamos demasiado autoexamen ni autoanálisis. Cuando se las repite mucho, las cosas se tornan familiares, y las cosas familiares son autoexplicativas; no presentan problemas ni despiertan curiosidad. En cierto modo, son invisibles. No se formulan preguntas porque las personas aceptan que "las cosas son como son", "las personas son como son" y afortunadamente poco se puede hacer al respecto. La familiaridad es enemiga acérrima de la curiosidad y la crítica y, por ende, de la innovación y el coraje de cambiar. En la confrontación con ese mundo familiar regido por hábitos y por creencias que realimentan recíprocamente, la intriga actúa como un intruso amenudo irritante. Perturba nuestra agradablemente tranquila forma de vida haciendo preguntas que nadie, entre los "lugareños", recuerda haber oído -y mucho menos respondido- nunca. Esas preguntas transforman las cosas evidentes en rompecabezas: desfamiliarizan lo familiar. De pronto la forma de vida habitual es puesta en tela de juicio; y desde ese momento parece ser sólo una de las formas de vida posibles, no la"natural" y tampoco la única.
El cuestionamiento y la perturbación de la rutina no son del agrado de todo el mundo; muchos rechazan el desafío de la desfamiliarización porque requiere un análisis racional de cosas que hasta entonces "funcionaban solas". Algunos se sienten humillados: aquello que conocían y de lo que estaban orgullosas ha sido devaluado, quizás hasta desvalorizado y ridiculizado; y eso constituye un choque que a nadie le gusta. Pero, pese a lo comprensible que pueda ser el rechazo, la desfamiliarización también tiene sus ventajas. La más importante es que ofrece nuevas e insospechadas posibilidades de vivir la propia vida con más autoconciencia, más comprensión y hasta, quizá, con más libertad y control."

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