Hoy leía un texto antropológico que trataba el "sentido común" citando como ejemplo el encuentro de los occidentales con las sociedades de recolectores y cazadores. Contaba cómo los primeros, tratando de buscar una explicación lógica a las diferencias que tenían para con los aborígenes, usaron varias teorías que reflexionan sobre la naturaleza del hombre provenientes de distintas corrientes de pensamiento filosófico. El autor concluye el ejemplo con la siguiente frase: "Ninguna era una imagen real, sino proyecciones de una discusión europea que buscaba encontrar en "el otro" las razones de su propia condición, de su "mismidad"."
La frase quedó dando vueltas por mi cabeza por unos momentos, dando como fruto el comienzo de inminentes reflexiones personales. Vivimos en una sociedad donde hemos comprobado científicamente que todos somos iguales, todos somos seres humanos, pero que a pesar de esto, esta fundada en la desigualdad: relaciones asimétricas de poder, clases sociales, sexismo, hasta la ilógica idea de que una raza junto con su idiosincrasia y características físicas pueda ser superior a otra. Este gran nivel de desigualdades que tanto obsesiona al hombre crea una gran cantidad de prejuicios en todos nosotros, prejuicios que sin duda llegan a condicionar nuestro comportamiento y actuación social: siempre nos vemos condicionados por qué esta bien y qué esta mal en nuestra sociedad, qué es normal y qué no lo es, quién es como nosotros y quién es diferente. Nos han tratado de inculcar estas cosas desde que nacimos, siempre acompañado de una gran carga valorativa. Es gracioso porque muchos hemos logrado la aceptación racional de la irracionalidad de nuestra conducta, y sin embargo seguimos presos de nuestros prejuicios, por que su temprana enseñanza los convierte, o al menos eso es lo que creemos, en parte de nuestra naturaleza.
Y si por un momento nos olvidáramos de aquellas cosas que nos vimos forzados a aprender? Si libráramos nuestro juicio de los límites que nuestra sociedad impone? Podríamos simplemente tomar distancia de las problemáticas en las que nos vemos envueltos cotidianamente y buscar nuestras propias soluciones, sin el peso de lo que la "mismidad" dice es normal o anormal, bien o mal, y así lograr sentar nuestras propias bases para lo que es correcto y lo que no lo es.
A veces es bueno mantener presente que no todo lo diferente es necesariamente malo, no somos el centro del mundo y nunca seremos capaces de conocerlo todo. Lo idóneo termina siendo aburrido, aprendamos a aceptar nuestras diferencias para eliminar las desigualdades sociales y pasar a ser una sociedad feliz y contenta de iguales desiguales.
"¿Puede ser que funcionemos con conceptos erróneos? Y si todos los individuos funcionan con conceptos erróneos, ¿También puede darse que toda una sociedad se base en principios falsos?"
Andrea
No hay comentarios:
Publicar un comentario